Estoy re-leyendo lentamente un libro de ensayos de Ray Bradbury (sí, el mismo de «Crónicas Marcianas») sobre la escritura. Sobre escribir, vamos, titulado «Zen en el arte de escribir».
Ray Bradbury, un prolífico escritor norteamericano, ha sido uno de mis guías de juventud y adultez. Siempre vuelvo a él, porque como pocos, celebra la vida y las cosas simples como sentir la primavera con los pies, saltar cercas, mirar las nubes encontrando formas, o cruzar arroyos. Es el mago de los marcianos muertos y su civilización desaparecida. Tiene gérmenes de discuso para rabinos, poemas maravillosos, obras de teatro, piezas para televisión y escribe prácticamente sobre todo. Lo han catalogado como autor de ciencia-ficción, pero esta en su vastedad le queda corta.
Escribir, para él es algo que debe hacerse todos los días. Resulta como respirar, y no suelen pasar muchas horas sin que produzca algo que nos llene de placer. Ese placer que encuentra su lugar en lo que no vemos, pero sentimos. Sabemos que está ahí.
Escribir es algo sin lo que el aprendiz de mago (y yo soy un aprendiz) no podría vivir.
Ray Bradbury muestra al hombre como es y traslada a otros mundos su cotidiana sencillez, llevendo con él, en su estupidez, todo aquello que ha hecho de la tierra un lugar que resulta inhabitable.
Pero mi entusiasmo por el autor termina en este caso opacando su tema.
Escribir, lo dije ya, es como respirar, o debe serlo para lograr que cada instante valga la pena. Habla de sus autores preferidos como de viejos amigos que no sólo han llenado sus momentos sino que le han dejado un sedimento hermoso. Sedimento que él utiliza, en líneas generales en lo que escribe.
En este librito, dice «No quiero sobrevalorar el asunto, pero maldita sea, me encanta ese niño de nueve años fuese quien demonios fuese. Sin su ayuda yo no habría sobrevivido para presentar estos ensayos.» Se refiere a él, por supuesto y a su anécdota sobre esa edad, cuando rompió sus cómics el año 29, para luego tomar la determinación de volver a comprarlos y coleccionar.
Escribir para este norteamericano está idisolublemente ligado a leer.
Seguramente seguiré ahondando más sobre el tema. Ahora me quedo aquí porque la mano duele un poco.
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