El tema de la ineficiencia, abusos de autoridad, incuria y hasta prontuarios es una triste realidad en el caso de muchos alcaldes, elegidos y ahora sufridos por los electores y quienes, sin votar por ellos, tienen que circular por distritos que parecen haber sido olvidados.
El caso de Barranco, donde yo viví desde 1947 hasta 1973, ha saltado finalmente a los medios. La razón es sencilla: los vecinos se cansaron. Y ahora a protestar contra el alcalde local y el provincial. Con el tema de que «se estará mejor cuando se terminen las obras» los barranquinos y quienes tienen que ir o pasar por el distrito ven afectado su AHORA.
Nadie niega la necesidad de obras. Lo que sucede es que hay que planear cómo hacerlas incomodando lo mínimo.
Para éso existen ingenieros, obreros y presupuesto. Para éso existe lo que se llama planificación, que no significa irse «de plan».
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